EL DÍA QUE JUAN CARLOS BODOQUE NACIÓ. CUENTO SOBRE LOS LÍMITES PERSONALES.

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Juan Carlos Bodoque era un títere muy amigable y carismático. Siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos y a hacer reír a los niños en el circo donde trabajaba. Sin embargo, tenía un problema: no sabía poner límites. Esto lo llevaba a veces a aceptar tareas que no le correspondían o a permitir que los demás se aprovecharan de él.

Un día, mientras se encontraba en el circo, un hombre se acercó a él y le dijo:

¡Hola, amigo! ¿Cómo estás?

Juan Carlos, como siempre, respondió con una gran sonrisa y le dijo:

¡Hola! Estoy muy bien, gracias. ¿En qué puedo ayudarte?

El hombre le explicó que necesitaba ayuda para mover unas cajas pesadas y Juan Carlos, sin pensarlo dos veces, se ofreció a ayudarlo.

Sin embargo, cuando terminaron de mover las cajas, el hombre le pidió otra ayuda, y otra, y otra más. Juan Carlos se sentía cada vez más cansado y agotado, pero no sabía cómo decirle que no.

Finalmente, llegó el momento en que el hombre le pidió algo que Juan Carlos simplemente no podía hacer. Le pidió que se fuera del circo y que lo acompañara a hacer algo ilegal. Juan Carlos se sintió incómodo y asustado. Sabía que eso estaba mal, pero no sabía cómo negarse.

Entonces, algo extraño sucedió. Juan Carlos sintió una fuerte presión en su interior. Era como si algo estuviera a punto de estallar. Se dio cuenta de que había llegado el momento de poner un límite y dijo firmemente:

Lo siento mucho, pero no puedo hacer eso. Soy un títere que trabaja en el circo y no puedo involucrarme en cosas ilegales.

El hombre lo miró con sorpresa y luego se marchó sin decir nada más. Juan Carlos se sintió aliviado y orgulloso de sí mismo por haber sido capaz de poner un límite.

Desde ese día en adelante, Juan Carlos aprendió que poner límites no significa ser egoísta o malo, sino que es importante para mantenerse seguro y respetado. Y aunque todavía era un títere amigable y servicial, ahora sabía cuándo era necesario decir que no, incluso si eso significaba parecer una persona grosera ante los ojos de los otros muñecos.

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